Comentario
Las Indias descubiertas por Colón (Caribe y región de Paria) se ampliaron muy pronto gracias a Gaboto y a los viajes de descubrimiento y rescate. Giovanni Gaboto fue otro navegante italiano, quizá veneciano o genovés, avecindado en Inglaterra desde 1492. En 1496 logró que Enrique VII le subvencionara un viaje a las Indias descubiertas por los españoles. Zarpó de Bristol en mayo de 1497 con su nave Matthew y 18 o 20 tripulantes. Tomó el paralelo sur de Irlanda hacia poniente y llegó a una isla situada al norte de Terranova, que llamó San Juan. Luego quizá alcanzó la península del Labrador, como defiende Harrise, su mejor biógrafo. El viaje fue muy rápido, pues estaba de regreso en Bristol el 6 de agosto del mismo año. El monarca inglés creyó todas las fantasías que John Cabot -así le llamaban los ingleses- le contó sobre lo maravilloso y rico de las tierras halladas y accedió a sufragar una segunda expedición. Gaboto salió de Bristol en la primavera de 1498 al mando de cinco o seis naves y repitió la ruta anterior, divisando las costas del Labrador. Desde allí, según Harrise, descendió por la costa atlántica norteamericana hasta un punto desconocido, quizá las Carolinas o la Florida, volviendo luego a Inglaterra. No se presentaron a Enrique VII evidencias de la riqueza de la nueva tierra descubierta y el monarca inglés se desentendió de estos viajes tan costosos. En cuanto a Giovanni Gaboto debió morir al poco, incluso se piensa que durante su viaje de regreso, cuando su hijo asumió el mando de las naves. De estos viajes quedó el descubrimiento de la costa norteamericana, tal como lo registra Juan de la Cosa en su mapa hecho el año 1500. Los franceses defienden la realización de un dudoso viaje de Jean Cousin a Brasil en 1498.
Mayor importancia tuvieron los viajes de "descubrimiento y rescate" con los que los Reyes Católicos abrieron las Indias a los particulares. Se llaman así porque la Corona los autorizaba precisamente para las dos actividades conjuntas de descubrir y rescatar, que era como entonces se llamaba a la actividad de comerciar. Para ello se otorgaban las oportunas capitulaciones, en las que los monarcas imponían a los comerciantes-descubridores sus condiciones, tales como no dirigirse a los territorios del rey de Portugal o a los descubiertos ya por Colón, etc. El capitulante se obligaba a pagar todos los gastos de la expedición y a entregar, además, a la Corona el quinto real o 20% de todo lo rescatado. La fórmula fue ideal, pues los reyes se quitaron de encima el enorme costo de seguir subvencionando descubrimientos a las Indias y averiguaban gratuitamente cuáles eran sus dominios.
Naturalmente el beneficiario con una capitulación de este tipo, normalmente un marino experimentado, tenía que recurrir a socios capitalistas, que le prestaban el dinero necesario para fletar las naves, equiparlas, etc. Tales socios (comerciantes por lo común) convenían con el jefe de la expedición el tanto por ciento de beneficios que les corresponderían sobre los rescates que lograra. También era frecuente que el capitulante hiciera compañía con los marineros que se embarcaban en la expedición, los cuales llevaban una parte de los rescates que se hicieran. Estos viajes fueron así una empresa comercial de alto riesgo (nadie sabía si efectivamente hallarían rescates valiosos) y a cobro revertido.
Los viajes salieron en 1499 y 1500 y fueron mandados por Alonso de Ojeda, Vicente Yáñez Pinzón, Diego de Lepe y Cristóbal Guerra. El de Alonso de Ojeda es quizá el más enigmático. Participaron en el mismo otros personajes de la talla de Juan de la Cosa y Amerigo Vespucci y se autorizó mediante una capitulación firmada por el Obispo Fonseca (única que no otorgaron directamente los Reyes), enemigo de Colón. Los expedicionarios fletaron cuatro naves y salieron con ellas del Puerto de Santa María hacia el 18 o 20 de mayo de y 1499. Siguiendo la ruta del tercer viaje colombino, pero algo más al sur, arribaron a América a unas 200 leguas de la península de Paria. Desde aquí costearon hacia el norte, pasando por la desembocadura del Orinoco, bocas del Drago (zona va descubierta por Colón), península de Paria, isla Margarita (aquí desembarcó Ojeda "porque conosció que el almirante no sabía della nada más que avella visto yendo su camino") y golfo de las Perlas. A partir de este lugar exploraron fuera desconocida; todo el litoral venezolano hacia occidente hasta el golfo de Venezuela, donde vieron a los indios viviendo en unos palafitos que les recordaron a Venecia, motivo por el cual bautizaron el territorio como Venezuela. Prosiguieron por la península de la Guajira hasta divisar a lo lejos un cabo que blanqueaba como vela de navío. Le llamaron el Cabo de la Vela. Desde allí pusieron proas a la Española, arribando a Puerto Yáquimo el 5 de septiembre de 1499. Se dedicaron a cortar palo de Brasil hasta que apareció el alcalde Roldán, enviado por el Almirante para pedirles explicaciones. Ojeda mostró entonces su capitulación y accedió a reembarcarse, volviendo a España. Las Casas afirma que de la Española pasó a las Lucayas para coger esclavos, lo que confirmaría que no volvió directamente a la Península. Uno de los problemas que plantea este viaje es la presencia de Vespucci, quien según la historiografía tradicional se separó de sus compañeros al llegar ala costa suramericana y navegó hacia el sur, empezando a comprender la continentalidad de América. Otro es el de haber ido a parar a las tierras descubiertas por Colón en el tercer viaje, que ha inducido a sospechar que Fonseca mandó esta expedición casi en misión de espionaje. En cualquier caso tuvo enorme importancia, pues permitió descubrir parte de la costa existente al sur de Paria y todo el litoral venezolano (incluso el oriental colombiano).
Poco después de Ojeda, y también con la ruta del tercer viaje colombino, salieron Pero Alonso Niño y Cristóbal Guerra. El primero, piloto del viaje descubridor, "estaba en la Corte amostrando a cartear al Príncipe", por lo que consiguió fácilmente la oportuna capitulación. Se asoció con Luis Guerra, fabricante sevillano de galleta que había surtido ya varias flotas. Luis pidió a cambio de su aportación económica que en el viaje fuera su hermano Cristóbal, a lo que accedió Niño. Fletaron una carabela con 33 hombres. Navegaron a Cabo Verde y luego a la costa oriental venezolana que siguieron hacia el norte. Tras pasar las bocas del Drago recalaron en la península de Paria dos semanas después que Ojeda. En el Golfo de las Perlas iniciaron los rescates de perlas y aljófar. Luego, por indicación de los naturales, pasaron a la isla Margarita. Allí hicieron el negocio del siglo, recogiendo todas las perlas que los indios habían pescado durante cientos de años. Cuando arribó allí Ojeda, poco después, no vio rastro de ellas. Se las habían llevado todas. Niño y Guerra prosiguieron por la costa venezolana. Tocaron en Punta Araya, el golfo de Cariaco o y Chichiribichi. Desde aquí emprendieron la vuelta a España. Llegaron hacia febrero del año 1500. Este viaje no tuvo ninguna trascendencia geográfica, pues recorrió el mismo itinerario que Ojeda, pero tuvo una enorme repercusión, ya que los tripulantes mostraron ufanos al llegar las 96 libras de perlas (se dijo que ocultaron muchas más) rescatadas a los naturales, lo que revaluó la idea de la riqueza de las Indias, cosa que todo el mundo había comenzado a dudar.
Dos viajes casi simultáneos fueron los de Vicente Yáñez Pinzón y Diego de Lepe en diciembre de 1499 y enero de 1500, ambos por la ruta del tercer viaje colombino. Viajaron uno tras otro y cruzaron el ecuador terrestre, según señala Manzano, alcanzando una latitud en la que no había estado el Almirante. Vicente Yáñez, que iba delante, llegó en enero del año 1500 a un cabo que llamó Santa María de la Consolación, actual tierra brasileña que debe corresponder al Cabo de San Roque (San Agustín, para otros). Tomó posesión y empezó a rescatar (en los intercambios murieron ocho tripulantes), dirigiéndose posteriormente al norte. Alcanzó así la desembocadura del río Amazonas, que denominó Río Grande, donde se detuvo a explorar. Le pasó entonces por la costa, sin saberlo, Diego de Lepe, que venía por la misma ruta, y se convirtió en el descubridor del tramo costero comprendido entre el Amazonas y la Guayana, como Vicente Yáñez lo había sido del litoral existente desde el cabo de la Consolación y la desembocadura del río Amazonas. Lepe, seguido de Vicente Yáñez, siguió hasta la península de Paria, donde se reunieron las dos expediciones, navegando ya en conserva hasta Puerto Rico. Aquí volvieron a separarse. Lepe partió para España (sus informes debieron servir también a Juan de la Cosa para su mapa) y Vicente Yáñez recaló en la Española, pasó a las Lucayas, y regresó finalmente a la Península.
El descubrimiento de Brasil por Vicente Yáñez no tuvo ninguna repercusión, ya que se efectuó sólo unos meses antes de que los portugueses lo hallaran oficialmente. Don Pedro Alvarez de Cabral zarpó de Lisboa el 9 de marzo de 1500 con una gran flota de 13 buques con objeto de llegar a la auténtica India y por la ruta abierta por Vasco de Gama en 1497. Cabral iba rumbo a Cabo Verde pero se desvió y fue a parar ¿accidentalmente? a Brasil el 22 de abril. Muchos historiadores piensan que iba a oficializar la posesión de la tierra descubierta anteriormente por algún navegante portugués, pues resulta sospechoso tal despiste. Cabral buscó un puerto y desembarcó en la costa del actual estado de Bahía, donde tomó posesión de la tierra, bautizada como Vera Cruz. Envió a Portugal una relación de su descubrimiento y prosiguió su viaje a la India.
Todos estos descubrimientos permitieron a Juan de la Cosa realizar el primer mapa de América en el verano del año 1500. Fue un gran mapa de 1,92 m. por 0,80, hecho sobre dos pergaminos, donde se ven los dos hemisferios americanos y las islas del Caribe. Consta de 201 topónimos. El hecho de que aparezca Cuba como una isla ha motivado muchas interpretaciones; que Ojeda hubiera arribado a la misma, que se tratara de una genial intuición de La Cosa y que dicho mapa se hiciera después de 1500. En la parte superior lleva la leyenda "Juan de la Cosa lo fizo en el Puerto de Santa María. Año de 1500". La verdad es que salvo Colón, nadie creía que Cuba fuera el continente asiático y los indios se lo habían dicho infinidad de veces en el primero y segundo viaje. El mapa de Juan de la Cosa tiene un perfil de la costa norteamericana que es indudablemente el resultado de los descubrimientos ingleses dirigidos por Gaboto. La costa de Suramérica está hecho con los informes de los descubrimientos de Ojeda-Vespucci-La Cosa, Lepe, Pinzón y Cabral. Es muy significativa la línea de Tordesillas, que se señala en el mapa, con la observación de que desde el cabo de San Agustín es territorio perteneciente a Portugal. Se ha dicho, por ello, que los Reyes Católicos mandaron hacer esta carta. El mapa estuvo algún tiempo en el despacho del Obispo Fonseca, y luego en la Casa de la Contratación.